
No se trata de hacer las cosas por ellos, sino de ayudarles a que las hagan por si mismos. Esto reforzará su autoestima y su seguridad y les hará sentirse mejor emocionalmente.





En esta primera entrega vamos a ver que podemos hacer por facilitar las cosas en el ámbito de la vida diaria.
- Si observamos dificultades para secuenciar tareas: podemos ir guiando verbalmente. Así dividimos la tarea en varios pasos más sencillos y los vamos enumerando a medida que el enfermo va resolviendo etapas.
- Si tiene dificultad para reconocer objetos o encontrar aquellos que necesita: podemos etiquetar las cosas, de modo que pueda identificarlas, o señalar los armarios para facilitarle la búsqueda.
- En caso de movilidad dificultosa: simplificaremos el espacio, retirando mobiliario y alfombras para evitar caídas. Y cuidaremos el calzado que utiliza: que se le ajuste bien al pie, que no resbale.
- En el caso de los productos químicos y de limpieza, para evitar ingestas equivocadas o usos inadecuados de los mismos: colocaremos estos productos en lugares fuera del alcance del paciente, e incluso podemos utilizar un lugar con cerradura que él/ella no pueda abrir.
- Ante la aparición de olvidos como dejarse un fuego encendido o no recordar si ha realizado una tarea: el orden, las secuencias repetidas y nuestra supervisión ayudarán a evitar posibles riesgos.
- Si observamos que existe riesgo de cortes o heridas al manipular cuchillos o herramientas: le podemos pedir su ayuda en tareas más sencillas: lavar alimentos, sacar ingredientes del frigorífico, poner la mesa, doblar ropa...
- Cuando realizar compras se complica por desorientación del enfermo: acompañarle mientras sea posible y supervisar la realización de las compras. Simplificar las cosas elaborando una lista de la compra con él/ella y calculando el importe para llevar el dinero ajustado.
- En el caso de despistes y olvidos con el dinero: limitar el dinero a su alcance pero sin impedir que lo siga utilizando mientras sea posible.
En general se trata de simplificar y facilitar las cosas. Cuanto más sencillo se lo pongamos todo más tiempo podrán ellos seguir llevando su vida normal, realizando las actividades a las que están acostumbrados y sin riesgos innecesarios.
Y un requisito imprescindible para que todo ello sea posible es controlar nuestra impaciencia ante su lentitud o su dificultad para realizar cualquier tarea. A veces ocurre que nuestra prisa nos lleva a decirles “Deja, ya lo hago yo”... pues, al igual que sucede con los niños, no se trata de hacer las cosas por ellos, sino de ayudarles a que las hagan por si mismos.
Esto reforzará su autoestima y su seguridad y les hará sentirse mejor emocionalmente.
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