La historia del joven Neal Katz es un ejemplo más de cómo la tecnología puede producir ese milagro llamado comunicación. Neil, este joven de 19 años y residente en Los Ángeles (EE.UU.) tiene autismo, y no habla, o al menos no directamente. Gracias a un comunicador digital Neal Katz ha puesto voz a sus pensamientos, tanto es así, que incluso tiene un empleo.
Y esta historia arranca a consecuencia de la discriminación que este joven sufrió por causa de su diferencia. Con apenas 10 años, su madre -Elaine Hall- decidió que sería estupendo que su hijo pudiese asistir a campamentos, pero no lo aceptaban en ninguna parte, ni siquiera en campamentos hechos para niños con necesidades especiales; Neal tenía autismo y además no hablaba, suficiente para rechazarlo.
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