Una lectora que no quiere que diga su nombre me manda este cartel que ha visto en Inglaterra, en un cine (gracias). Una vez al mes, el último domingo, tienen una sesión especial pensada para personas con autismo.
En esa sesión las luces no están apagadas del todo, empieza puntualmente, no hay trailers y el sonido está más bajo.
Me ha parecido una iniciativa estupenda y exportable. Ojalá nosotros tuviéramos la opción de acudir con Jaime al cine en una sesión así.
Precisamente estábamos hablando el otro día de llevarle a ver Frozen, que aún se está proyectando y tiene muchas canciones con las que ya está familiarizado. No sé si nos atreveremos al final. Cuando era más pequeño sí que le llevamos en algunas ocasiones al cine (aquí os conté su primera vez) pero ahora lleva peor eso de sentarse a oscuras en una sala desconocida y esperar. Los últimos intentos nos han salido rana y hemos salido en cuanto ha comenzado a protestar.
Esa es otra. En una sesión normal sus protestas iniciales, que tal vez se podrían reconducir, pueden molestar. Tener que entrar y salir con él un par de veces o tres también. Incluso si se pone a reír encantado a carcajadas a destiempo como le pasó en una obra de teatro infantil. En una sesión así, rodeados de personas con autismo y otras sin autismo que les quieren, ese problema tampoco existiría. Ese miedo ata a sus casas a muchas familias en las que uno de sus miembros tiene autismo o les divide.
Y no sólo autismo. Hay muchas personas con otros tipos de discapacidad intelectual que seguro que también agradecerían alguna sesión así.
¿Alguna sala en España se anima a hacer el intento?
Y ya puestos, cualquier obra de teatro infantil o musical de adultos podría también planteárselo. Nos encantaría que Jaime viera, por ejemplo, El rey León o Sonrisas y lágrimas. Pero en una sesión convencional es imposible.
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